Estamos en Segundo Año de Pandemia COVID19 que es ya como una Carrera Social o una FP de Soportar las Restricciones, en la que vamos aprobando los ciudadanos de la calle, pero con un 5 rapado. Los alumnos llegamos al 5, pues los gestores de la Universidad del Gobierno de la Pandemia van suspendiendo de largo. Y sin haber superado el examen de junio ahora vuelven con más prohibiciones, más de un año después de comenzar a perder libertades y sin que se entienda nada desde ningún espacio de observación.
La nueva prohibición es implantar en toda España lo que ya funciona en Aragón: Prohibir fumar en las terrazas de los bares.
A mi me la sopla pues no fumo, pero puñetas, ¿toca ahora con la que cae, seguir prohibiendo? No dudo de que los abusos de unos pocos influyen, ni de que fumar sin mascarilla hace que se repartan las respiraciones libres, pero igual hay que empezar a pensar que al aire libre todo es mucho más relativo, y de que nos hemos equivocado en algunas de las normas que nos hemos obligado. Sobre todo porque los resultados son pocos y por Olas.
Con la verdad de los muertos y la nueva enfermedad, la pérdida de libertades ha sido tremenda, y lo curioso es que parte de ellas ya no volverán en el corto e incluso medio plazo. Y eso no lo decimos ni lo queremos saber. Todo sea por el miedo.
¿Dónde existe la seguridad total?
¿De verdad somos tan tontos de pensar que vivir es estar seguros y de que la muerte no forma parte de nuestro caminar?
Lo mas curioso es que la mayoría de la sociedad acepta con gusto y agrado imparable todos los confinamientos y pérdidas. Lo entienden sin que nadie les haya explicado que existen otras opciones. Sin que nadie se atreva a relatar los grandes errores, lo mucho que no hemos sido capaces de resolver en este año largo.
Seguimos sin tener antivirales, sistemas rápidos de una detección de la enfermedad que sea aceptado por todos, y hablar de las vacunas es relatar una historia de miedo, mientras seguimos sin saber cuándo nació la enfermedad, dónde y por qué.
Y encima creemos que esto no es lo importante, sin darnos cuenta de que sin saberlo no seremos capaces de comprender que puede volver otro virus distinto.
No hemos sido capaces en 15 meses de hacer crecer el sistema de Salud, de crear nuevos profesionales de enfermería o medicina, de ampliar las famosas UCIS saturadas.
Seguimos dependiendo de países lejísimos para fabricar las vacunas que parecen ser el punto de inflexión. Y estamos convencidos que la única solución válida es quedarnos en casa como sigue repitiendo en sus mensajes de SMS el propio Ministerio de Sanidad de España en Abril del 2021. O al menos los que recibo yo todos los días. ¿Somos torpes o lo siguiente?
Volvemos entre todo el mundo a los 800.000 contagios día (estuvimos en 300.000 hace pocas semanas), y aquí en España seguimos hablando de las interacciones, de la Semana Santa o de las reuniones familiares. ¿Esto es común en todo el mundo?
La OMS no tiene capacidad de resolver, las vacunas no se quieren liberar a un mercado libre, es una herramienta más de poder y contrapoder, del Mercado Libre de una economía que nadie sabe medir su sufrimiento para el futuro.
Y siguen insistiendo que la culpa la tienen las fiestas de jóvenes, los bares y el mundo de la cultura y el deporte que está apagado y fuera de cobertura.
Es curioso porque este crecimiento de los contagios se está produciendo en casi todo el mundo, y no en todo el mundo la sociedad es igual. Tal vez analizando la pandemia con datos de sociología, psicología social y estadística podríamos saber algo más que con los datos de la OMS. Igual las culpas no son de las personas de la calle, sino de la incapacidad de los que tienen que resolver el grave problema desde los despachos y los laboratorios.
Julio M. Puente Mateo