El Banco de España (abril 2021) nos advierte del difícil legado que les estamos dejando a los jóvenes, en el ámbito laboral y económico, pero también demográfico, legal, de rentas y de una Deuda Pública que hay que pagar en el futuro.
Hay miedo en todos los segmentos de gestión sobre el futuro tras la pandemia, pues han sido excesivos tiempos de parón económico.
Dos años con unos ingresos bajo mínimos suponen una zancadilla brutal. Ya son dos primaveras, pronto dos veranos. Decenas de actividades económicas, culturales y de gestión ya acumulan dos años bajo cero, dos ciclos suspendidos.
Nuestros jóvenes sin empleo acumulan dos años más de edad, de desempleo, de poca actividad, de escasa capacidad de emancipación.
La Educación y Formación se ha empobrecido en estos dos años. No es sencillo reenganchar tras dos años de congelación en las actividades lógicas. Y lo sabemos bien los que nos dedicamos a estos asuntos.
No sabemos bien de qué manera ha afectado este curso y medio perdido o medio perdido en la educación de los jóvenes. Su rendimiento sin duda habrá sufrido un claro revés, pero también su motivación escolar. Hemos congelado la Cultura.
¿Eso nos va a salir gratis?
Sabemos ya que han subido ciertos vicios peligrosos, está medido, y con ello cierto tipo de violencia. La calidad social deja heridas tras de momento 14 meses de pandemia.
Pero a su vez y sin poder preparar recambios de calidad nuestra sociedad se ha ido envejeciendo, la productividad se resentirá, los ERTE al duran tanto tiempo se han convertido en un arma arrojadiza, el teletrabajo sin haberlo diseñado en calma y con controles no es la solución a lo que es necesario para crecer.
Es cierto que algunas empresas saben bien qué deben hacer ahora mismo para no perder competitividad, pero quien se queda rezagado lo sufrirá.
No hay compraventa de vivienda entre jóvenes, no se conceden hipotecas para este segmento social, pero tampoco se crean empresas. Muchos comercios y servicios están esperando las ayudas para cerrar definitivamente.
Y los jóvenes se van a encontrar una España bien distinta a las que han podido vivir sus padres. ¿Hasta dónde nos harán responsables de estos desfases?
¿Hasta dónde podremos decir que todo es culpa solo de un virus llamado COVID?