Si tuviéramos que explicar a unos jóvenes venidos de lejos o a unos adultos venidos de hace unas décadas lo sucedido en Murcia, Madrid o Castilla León en esta semana, sería literalmente imposible hacerlo bien, con claridad de ideas, de forma convincente para los que escuchan. Lo que un martes parecía normal, inevitable, la solución…, el jueves y el viernes se convierte en todo lo contrario sin más explicación que esto sí que es lo normal.
El Partido Popular ha jugado su baza y una parte de los líderes territoriales de Ciudadanos se han doblegado ante las promesas de regalos o premios políticos o por las buenas palabras de un PP que se los ha llevado a su huerto.
¿Qué pensará la gente que escucha o lee todo esto desde sus propias domicilios, desde sus propias vidas, desde su propia sociedad en crisis? ¿Hemos logrado acaso con esto poner en valor a la política que está ya tan defenestrada?
Si España se mueve por estos derroteros y se dedica a jugar con sus decisiones sobre el futuro de las personas, en unos tiempos de pandemia donde todos deberíamos estar defendiendo la Sanidad y las opciones que nos da para poder salir de esta grave crisis, no vamos a ningún sitio, o mejor dicho nos vamos a la mierda.
Los que gestionan deben dar ejemplo siempre de lo que es bueno para la sociedad no de lo que es bueno para ellos y en este caso como en muchos otros queda claro que solo miran sus propios intereses de partido y de trabajo. Al final salimos todos perdiendo, incluidos ellos.