La España bella y salvaje ha estallado en las calles de Barcelona practicando la quema de furgones y contenedores, rompiendo cristales como en los más grises años de la Europa vieja. Estamos hechos de repeticiones, de saltarnos las normas sin saber bien los motivos. En Madrid son más listos y dan más horas para ir de bares y discotecas a tomar cubatas o cerveza de autor. En Barcelona cierran pronto y algunos jóvenes quedan para quemar en vez de para lubricarse. Iremos aprendiendo. Hay que modificar los hábitos de llamarse por las Redes para decir a dónde van a quemar calles, en vez de quedar para tocar culos de colegas.
A la sociedad hay que darle trabajo, si acaso un poco de libertad pero controlada, y bocadillos de mortadela. Si nos falla algo de esto se revienta el Sistema y empezamos a pedir lo que no debemos. Por ejemplo esa libertad sin controlar que nunca ha existido y que nunca nos dejarán tener, pues siempre hay tontos que no la saben usar. Los unos pagan por los otros. Somos así de simples.
Barcelona se llena de humos y de miedos, de cristales rotos sin saber bien quién los rompen, si los unos o los otros, si los nadie o los que tienen de todo. Es importante quien está mezclado entre la mezcla, para saber con quien te estás jugando el futuro. La España bella y salvaje también se circula por la Barcelona que aunque logre la independencia en algún siglo, seguirá siendo España aunque nos joda a todos que se nos reconozca por lo tontos que somos.