19.2.21

España no está en llamas, pero está queriendo explotar


España no está en llamas, pero es verdad que las principales ciudades están queriendo explotar.
Y lo de menos es la encarcelación de un tonto rapero, o la previsible deriva de una falta de libertad de expresión y de movimientos en la libertad individual, o incluso la nunca entendida (por muchos) presencia de Podemos en el Gobierno y los incendios que ello ayuda a cocer sensaciones de violencia verbal en algunos medios de comunicación.

La realidad social es otra, y hay que entenderla bien si de verdad queremos buscar soluciones. La verdad es que hay cansancio social, hay falta de futuro entre una capa muy amplia de jóvenes, no hay pedagogía social de lo que debe ser el futuro, el esfuerzo, la formación, la familia y la libertad de todo. El individualismo impera y la política no está en el espacio que se necesita.

Leído lo anterior me da la sensación de un cutre manifiesto muy conservador, pero así lo siento. Nos estamos jugando el futuro de las próximas décadas, ya no es cuestión de años. La pandemia nos está afectando en muchos más espacios que en los hospitales o en los mortuorios. A los políticos los elegimos para gestionar la sociedad, no para esconderse, llenarse de silencios o de palabras mal medidas, y los elegimos también para liderar la sociedad no para intentar demostrar que todo les supera. 

Tan solo si somos capaces de entender lo que sucede, y si somos capaces de buscar soluciones que valgan al menos para el medio plazo, saldremos de esta sin graves heridas. Que se apaguen las hogueras no es salir, es simplemente poner agua sobre las llamas. Pero los materiales inflamables seguirán allí, esperando otra cerilla.

Hay que acelerar la vacunación como sea, Europa debe aprender.

Debemos crear trabajo (natural o artificial) para una generación de jóvenes que llevan desde 2008 sufriendo la incapacidad para emanciparse y poder trabajar.

Hay que salir a explicar qué sucede, hay que tomar medidas sociales de gestión, hay que hablar mucho más, hay que reorganizar los despropósitos que son muchos, variados y afectan a excesivas instituciones.