Llevamos en Zaragoza casi mes y medio de confinamiento perimetral, sin poder salir de la ciudad y en silencio. Parecería irreal si nos lo hubieran contado hace solo un año, pero lo estamos admitiendo con normalidad, aunque esto suponga una decisión que afecta y mucho a más de la mitad de aragoneses. ¿Era necesario? Pues posiblemente si, o casi podemos asegurar que sin duda SI, tal vez incluso por culpa de todos nosotros que no hemos sido capaces de evitar con una autodefensa mejor, una Ola de Contagios que ha sido desmedida.
Pero el dolor de esta medida unida a la de todas las anteriores y las que la acompañan en cuanto a horarios del confinamiento dentro de la ciudad, nos lleva a muchas reflexiones que todavía no es el momento de hacerse. La debilidad de la sociedad está contundentemente clara. Y no quiero añadir nada más.
Lo cierto es que muchas personas no han podido ir a sus pueblos de origen donde mantienen sus viviendas excepto con trampas, no ha ido a visitar a sus familiares excepto con trampas, no han realizado viajes de ocio que a veces calman las ansiedades excepto con trampas. Y son múltiples las actividades económicas que se han visto muy perjudicadas. ¿Es posible pensar en el turismo de nieve en Aragón si a principios de diciembre todavía no se puede ir desde Zaragoza (el 55% de aragoneses) ni a la provincia de Huesca ni a la de Teruel?
Yo no esquío ni tengo segunda vivienda, aunque sí tengo familiares en varias localidades aragonesas. Y no, no sé otra fórmula (con muchos reparos) para doblegar la curva de contagios. Pero tan importante es bajar de contagios como saber gestionar a la sociedad y eso no sé si se está haciendo bien. Sé que incluso lo que parece que sale gratis, no es gratis. Nunca. Tampoco las decisiones que se toman con todos los miedos del mundo pero sin reparar en si son las más idóneas cada día.
No es nada fácil gestionar estos tiempos, para nadie. Tampoco para los que dependen de un trabajo que ahora no tienen. Los ERTEs sonaban bien, pero se han ido convirtiendo en una trampa. Sí, en una trampa en la que han caído uno mientras que otros ni se están enterando de la pandemia. ¿Es lógica esta desigualdad y que llevemos tantos meses sin lograrla reparar? No, yo no tengo que tomar decisiones, si acaso señalar peligros, problemas o dudas. Pero sí sé que hay otro tipo de decisiones. A veces, muchas, no todo es blanco y negro.