Si queremos entender a un país, a una sociedad o a una cultura, tenemos que fijarnos en sus monstruos, en sus errores, y aprender de ellos no para copiarlos sino para entenderlos, pues solo los que viven en los márgenes sociales, los que muchas veces ni hablan ni se expresan más que desde esos límites externos, son los que realmente nos dicen qué hay envolviendo todo, y necesitamos sus expresiones y sus movimientos para conocerlos y así entender el conjunto de la sociedad. Venimos de mil historias, de mil errores y diez aciertos, y por eso es importante conocernos desde muy diversos espacios. Para que al menos sigamos cometiendo esos diez aciertos.