Estamos atravesando en todo el mundo un desierto mental brutal con una pandemia que ya lleva un millón de ciudadanos fallecidos y contabilizados de forma oficial. Nunca nos habían preparado para este problema social y mental.
Pero sabemos también que tras esta pandemia vienen olas nuevas de enfermedades mentales leves y no tan leves que ya están entre todos nosotros, crecidas por los miedos, los dramas familiares unidos a la economía y el trabajo, al empobrecimiento y sobre todo a las dudas sobre el futuro.
Tenemos que levantar el alma, las ganas, vencer los miedos, salir de esta especie de depresión social, sin perder de vista el respeto a ls normas para evitar los contagios. No hay que ser una persona que piense que todo ha terminado y que ya estamos bien. Ni tampoco que esto no va en serio.
Pero no podemos caer en el confinamiento personal total, en los miedos, en las apatías, en el hundimiento. Seguro que hay muchas más cosas que todos podemos hacer y que compensen esas que hemos perdido momentáneamente.
Y tampoco debemos caer en un exceso de información, de crítica feroz de un bando contra otro bando, de irracionalidad que no sirve. No nos toca a nosotros resolver, pues al menos tenemos que intentar salir como personas lo mejor posible de esta crisis mundial.