Si partimos de la base de que en realidad los países no existen pues son simples espacios políticos y sociales rodeados de fronteras, los países no pueden fracasar, lo hacen sus sociedades y sus políticos. Aunque es cierto que lo que queda encerrado entre las fronteras y no son personas tiene una importancia tremenda: sea la tierra, el clima, su tipo de economía primaria (pues la productiva o de servicios depende de decisiones de las personas) e incluso su historia que marca carácter.
España es un ejemplo claro de todo esto. Está perfectamente enmarcada dentro de unas fronteras que llevan siglos sin moverse, y eso además de historia entrega sector primario con su clima, forja carácteres pues somos la suma de todos, y nos toca defendernos desde nuestro propio espacio estratégico o geográfico. Sumado a que los vecinos también se mueven para saben defender "lo suyo", leamos aquí a Europa.
Pero sin ninguna duda y con todas esas mochilas inamovibles, los países —y España en esto no se diferencia en nada—, dependen de "sus" personas, de ese componente que no ponemos en el lugar que se merece. De su SOCIEDAD.
Estamos ahora mismo, en este 2020 raro a mas no poder, dentro de una escalera de caracol que nos puede llevar al fracaso. Simplemente por presión de problemas repetitivos no liderados correctamente.
Fracasar es estar peor que antes.
No se trata de intentar y no conseguir algún logro, pues eso casi no es un fracaso. El fracaso de verdad se produce cuando logras estar peor que antes. Y para que no sea así debemos hacer acto de reflexión individual. ¿Qué parte de ese fracaso es mía? La respuesta lógica es: NINGUNA, y la suma de 47 millones de respuestas iguales…, es incapaz de encontrar la solución.
A nuestra crisis económica y laboral (no sabemos dar empleo a todos los españoles, que además somos pocos para el territorio que tenemos) se une una crisis institucional por paseos árabes de figuras muy importantes en nuestra España, también una crisis territorial con partes importantes que no se sientes bien vivir entre todos, una crisis de confianza en el Sistema y además aupándose en el virus un troceamiento social en la actual España que nos puede llevar a una crisis de violencia.
Y para terminar tenemos que añadir un apagamiento total de las voces intelectuales del país, España, provocado por una sociedad que se ha dedicado muchos años en criticar ferozmente a los que realmente por formación saben lo que se puede intentar. Los mejores en casi todas las facetas han decidido callarse y seguir un camino taoísta.
Toda una tormenta que nadie lidera con el éxito de saber explicar las alternativas, que funciona ella sola, que no es capaz de mostrar alternativas (no políticas) de gestión con liderazgo, que no es capaz en momento críticos de lograr es mínimo respeto social de que hay que obedecer a las recomendaciones, pues vienen del que en teoría sabe mucho más que cada uno de nosotros sobre lo que hay que hacer.