No habrá sido fácil para el Gobierno de Pedro Sánchez ver las imágenes del encuentro de Carles Puigdemont en Perpiñán con sus seguidores, en la Francia catalana donde dicen que 150.000 personas lo han aclamado. Y todo en un juego de diálogo sin diálogo entre España y Cataluña, entre juegos de ajedrez mal planificados, admitiendo todas las partes además, que el diálogo es lo único que puede servir para resolver.
Pero Puigdemont ha dejado claro en el sur de Francia que la movilización es el único camino para lo que él llama “lucha final” y que es lograr la República para Cataluña y la independencia de España.
En realidad todo el acto ha sido una lucha electoral para enfrentarse a ERC y sus planteamientos de diálogo con el PSOE y Podemos. Así de simple y sencillo, aunque suponga poner piedras en las ruedas y dar gasolina a los conservadores españoles que no quieren el camino del diálogo.
¿Y si entre los propios independentistas catalanes se pelean por las fórmulas de solución, qué queda?
Carles Puigdemont ha dicho que el independentismo se tiene que preparar para la lucha definitiva. Toni Comín pide una confrontación democrática contra el Estado español. Clara Ponsatí advierte del diálogo engañoso de la mesa de negociación entre Cataluña y Madrid.
Estar a 25 kilómetros de España supone que son ciudadanos libres en Europa pero que no pueden entrar en España. Sin duda los errores por parte de todas las partes en tiempos pasados y cercanos, complican cada vez más las posibles soluciones del problema. ¿Saben bien todas las partes qué nos jugamos con sus decisiones?