Cada vez vemos más necesaria la creación de diversas redes sociales que estén atentos al funcionamiento social de las personas individuales ante las necesidades no cubiertas por el actual sistema social. Cuando hablamos de esa desigualdad social en aumento no solo se da y crece entre las diversas clases económicas de la sociedad sino también y mucho entre personas según como llegan a los últimos años de su vida.
El acceso a la básica compañía de otras personas es tan desigual que asombra conocer a cientos de personas en tu barrio que además de vivir solas por diversos motivos casi nunca elegidos por ellos, su soledad es muy variada y grave. Y con los nuevos tipos de familia ya se detecta un aumento casi contundente.
Desde la persona que vive sola en su casa y su timidez la convierte en poco sociable, a quien vive sin ascensor y no puede bajar a la calle, pasando por la persona sola y enferma, la soledad brutal y evitable de muchas personas en Residencias de ancianos, a la persona que aunque sale a la calle no sabe hablar con otras personas por encontrarse desubicada en zonas nuevas o en barrios donde sus antiguos vecinos ya no están.
Pero esa falta de redes sociales suficientes afecta también a los propios Centros de Salud, saturados de pacientes y donde es cada vez más imposible crear sistemas de redes para detectar estos problemas y en caso de hacerlo, para darles soluciones.
Todos hemos sido niños y jóvenes, adultos productivos y consumidores, pero en cuantos llegamos a personas mayores —todos— nos convertimos en transparentes, fantasmas grises olvidados que la propia sociedad nos desearía vernos como estatuas de sal, sin gastar ni dar problemas. Lo curioso es que el resto de la sociedad será persona mayor. Es cuestión de tiempo.
En las Residencias de ancianos se cometen irregularidades claramente detectadas y sobre todo detectables todos los días. Pero miramos hacia otro lado. Sabemos a nivel político que son un gran negocio no siempre bien regulado en un mercado donde la oferta pública importa muy poco pues es escasa. Las grandes empresas de seguros han entrado a saco de forma directa o velada, en aquellas ciudades o barrios donde antes han detectado una rentabilidad clara.
No les importa tanto la necesidad de las personas como las necesidades de sus futuros clientes con arreglo a lo que están dispuesto a pagar ellos o sus familias.
Y mientras tanto las Administraciones dicen que no pueden mirar debajo de las alfombras, cuando simplemente es tan sencillo como hacer visitas sin avisar o hablar de forma anónima con trabajadores de estos centros o con las enfermeras de la Seguridad Social de los centros públicos de referencia.
Controlar las alimentaciones, los horarios, el número de trabajadores por interno, las instalaciones y servicios, los expedientes médicos, los consumos de medicamentos, la felicidad y depresiones de estos ancianos, nos da una visión clara de los problemas. Es muy sencillo.