En realidad no hay un Dios sino millones de Dioses y a su vez hay uno solo, exista o no exista.
Digo que hay uno solo porque desde las tribus africanas a los católicos, judíos o musulmanes, las diferencias entre “sus” Dioses son mínimas.
Digo que hay uno solo porque desde las tribus africanas a los católicos, judíos o musulmanes, las diferencias entre “sus” Dioses son mínimas.
Es curioso incluso que sus liturgias se parezcan tanto. En realidad Dios es lo eterno, lo que nos supera, lo que está por encima de nuestra manera de entender.
Se puede no creer en Dios, pero en realidad si se cree en lo universal, en el infinito, en lo eterno, se está creyendo en algo similar a dios aunque no se le quiera reconocer.
Hay que distinguir claramente entre Dios, las religiones, los Santos y las liturgias para comer el coco.
Hay que distinguir claramente entre Dios, las religiones, los Santos y las liturgias para comer el coco.
De existir Dios no es posible entender que haya más de una religión, aunque sabemos que todas ellas las han ido creando los hombres para diversos usos.
No es posible entender que pudiera existir más de un Dios, y por consiguiente más de una religión. Así que casi lo mejor es pensar que no existe ninguna que sea válida, pues todas ellas se pisan y ocupan espacios que no les corresponde pues son muy similares a las otras, e incluso en algún momento han sido la misma, y se han ido transformando.
Tampoco podemos reflexionar sobre la figura de Dios. Podría ser una energía, un suspiro, nosotros mismos troceados y cambiando cada sesenta años, el movimiento o el polvo.
No es posible entender que pudiera existir más de un Dios, y por consiguiente más de una religión. Así que casi lo mejor es pensar que no existe ninguna que sea válida, pues todas ellas se pisan y ocupan espacios que no les corresponde pues son muy similares a las otras, e incluso en algún momento han sido la misma, y se han ido transformando.
Tampoco podemos reflexionar sobre la figura de Dios. Podría ser una energía, un suspiro, nosotros mismos troceados y cambiando cada sesenta años, el movimiento o el polvo.
Sin duda nuestra incapacidad es de tal tamaño que figurar a Dios con barbas y de edad avanzada es una tontería.
¿No puede Dios ser calvo, joven, con cara de sauce llorón, como un cocodrilo, como un mosquito de la tarde?