Vuelve el General Armada a las estanterías de las librerías o a la memoria de los que analizar el 23-F del 1981 ya muy viejo, pues de Alfonso Armada se ha escrito mucho pero o todo, dada su particular personalidad militar y escurridiza, lista e inteligente a la vez.
Aunque murió en el año 2013 sigue gozando de un espacio en la historia rara de la Transición sobre todo por su famosa comida con socialistas en Lérida, donde se habló de todo lo que no se sabe por mucho que se diga insistentemente. Siempre se ha dicho, desde aquel 1981 sin aclarar del todo, que en aquella larga comida se había hablado del Golpe de Estado, de un General “bueno” como posible Presidente del Gobierno con ministros incluso comunistas.
Sin duda y por mis referencias, aunque todos escucharan lo mismo en unos diálogos de sordos, unos hablarían de una cosa y los otros de la otra, pues si de algo era muy hábil Armada era de vender motos viejas haciendo creer que eran coches modernos. El cómo se vendió aquella comida rara y de conspiradores de alcoba da muestra lo que sucedió en los siguientes meses.
Un General vendía ser él un nuevo Rey de los reyes, y unos socialistas buscaban derrocar a Adolfo Suárez pues parecía un político imposible de mover de forma democrática por el apoyo de una sociedad que buscaba la PAZ al precio de la LIBERTAD, sin importarle mucho si realmente era el timo del tocomocho vendido de modernidad.
A Armada creo que le falló el control del tiempo. Nunca debería haber ido al Congreso, sin haber sido llamado para esa labor por el Rey Juan Carlos. Pero creo que Juan Carlos I ya estaba al tanto de lo que preparaba Armada amparado en los tontos y jóvenes socialistas sin experiencia, y por eso ni nunca lo llamó ni quiso recibirlo en Zarzuela. Alguien se había ido del pico y advertido que Armada no era de fiar, y que sus movimientos eran muy peligrosos incluso entre otros militares.