Cada vez más parejas nuevas pero de personas de edad adulta deciden vivir juntos pero separados (LAT - living apart together), en pareja pero cada uno en su propia casa.
De esa manera lo duro de la convivencia no se comparte. No hay que limpiar a medias, cada uno tiene su propio wc, su propio orden personal, sus espacios sin que nadie los mueva, su frigorífico y sus olores.
Están el uno para el otro, se hablan, se tocan, se sienten o se duelen, pero por tiempo determinado excepto que se necesiten más por muy diversos motivos. Se cuidan por dentro y por fuera, pero luego cada uno se duerme con su almohada.
Vivir separados pero juntos es elegir lo mejor de tener pareja sin que lo peor venga a su vez. Hay espacios propios, ideas comunes, proyectos compartidos, pero espacios diferentes.
Esta decisión se da más en personas mayores de 60 años, en los que ya han tenido una mochila de vida en convivencia, y lo que desean es compartir vida, seguridad entre ambos, entretenimiento vital y sobre todo compartir el día a día, pero sin tener la parte más negativa de ese vivir juntos, logrando que además se vida separado.
Hoy con teléfono, redes o similares, el contacto puede ser constante. Y además debe estar programado el contacto físico para que todos los días sean una parte de la vida que se comparte sin que afecte al resto de la vida, del día a día. Hay amor, hay sexo, hay ternura, pero no hay wc ni lavadora, no hay tiempo de relajación diaria recordando la vida anterior.
Hay que verse mucho, tocarse mucho, hablarse mucho… pero no demasiado. No siempre, no en y para todo. Convivir no es imprescindible para amarte o para tener necesidad de otra persona en tu vida. Y si tuviera que volver la ruptura, así es mucho más sencillo, más barato, menos doloroso.