Hemos cerrado el año 2019 con 55 asesinatos de mujeres por violencia de género. Un muy mal número superior al del año anterior al que debemos agregar que solo el 20% de estas mujeres habían denunciado con anterioridad a sus asesinos. Tal vez deberíamos recapacitar sobre las medidas que parecemos tomar, sobre las acciones que la sociedad realiza para intentar evitar estos asesinatos.
Ni el aumento de penas de cárcel ni la enorme publicidad en los medios de estos asesinatos ni la contundencia de manifestaciones o declaraciones de todo tipo de líderes sociales sirven para hacer bajar estas cifras. A los asesinos esto les importa muy poco, pero a cambio se crea un espacio de inseguridad alrededor de muchas mujeres que no es positivo ni para su libertad ni para su felicidad.
Sin duda el camino es la educación, pero sabemos que es un camino muy lento. Incierto incluso. Otro camino es analizar muy bien todo este proceso social, determinar comportamientos, motivaciones bastardas de los asesinos, auditar todo tipo de violencia y analizarla hasta el mínimo detalle para conociendo más profundamente el tema intentar buscar comportamientos anómalos antes de producirse.
Y para finalizar seguir insistiendo en la autodefensa, en la responsabilidad complejísima de los más débiles, de algunas mujeres que deben ser mucho más exigentes con la elección de sus compañías temporales o no, para evitar con la prevención que los problemas sean mayores. Y ante cualquier duda consultar, a familiares, amigos o instituciones diversas, pues en todas ellas hay siempre caminos hacia los apoyos y a veces hacia las soluciones.