Por ejemplo explicaba que ellos nunca terminan los trabajos artísticos porque nunca terminan nada para que nada acabe.
Hacen una deidad en piedra tallada y a su lado hacen otra escultura pero solo bocetada y a una pequeña distancia de las dos ponen la piedra del mismo tamaño para hacer una tercera pero sin comenzarla, pues cuando algo se acaba… se termina…, se muere.
Y lo explicaba de forma sencilla con un lapicero que levantaba a la altura de los ojos mientras con un dedo iba señalando su recorrido.
Jugaba con el dedo levantándolo sobre el perímetro del lápiz como si fuera una montaña que mientras subes todo es maravillosamente nuevo y esplendoroso, pero que en cuanto llegabas a la punta del lápiz ya solo queda bajar, volver a la normalidad, buscar el aburrimiento.
Jugaba con el dedo levantándolo sobre el perímetro del lápiz como si fuera una montaña que mientras subes todo es maravillosamente nuevo y esplendoroso, pero que en cuanto llegabas a la punta del lápiz ya solo queda bajar, volver a la normalidad, buscar el aburrimiento.
Hay que saber mantenerse subiendo, realizando lentamente el ejercicio mientras disfrutas de lo que haces, dejando algunas cosas sin terminar para poder volver a disfrutar de ello cuando tú quieras. Sobre todo en la bajada.