10.1.20

Una rosa roja que vivirá muchos tiempos

Se encontraba ella en un canasto, rodeada de seres iguales. Todas eran rojas, tenían espinas, olían fuerte…

Nada la hacía apenas diferente, de no ser porque unas manos la rescataron de aquel cubo, la envolvieron en papel y le ataron un lazo. Eso ya le hizo sentirse única porque era especial para dos personas. La que regala, y la que recibe el regalo.

Hoy esa rosa, la del canasto, está en un vaso, la miro cada noche, cruzamos dos palabras. Ella sabe lo que quiero decirle. 

Y me responde… déjame secar y guárdame en cualquiera de tus libros. Recuerda siempre quien me compró y que significó para ti.