Para Papa Noël me han regalado un reloj inteligente y moderno de esos que saben más que uno mismo. De entrada hay que conectarlo al ordenador para que sepa trabajar bien, o al teléfono móvil si al menos quieres saber todo lo que él llega a saber de ti. Está siempre apagado pero si haces como que te lo acercas a los ojos, él mismo ya sabe que quieres mirar la hora y se te enciende unos segundos. No falla, oye.
Es tan listo que de entrada esta noche se ha enterado y me lo ha marcado perfectamente que a las 5,32 me he levantado a mear y beber agua y he estado siete minutos dando la vara por el piso. Jodo. Perfecto y quedando ya para siempre en el teléfono móvil. Sabe a qué hora me voy a dormir, cuántas horas duermo profundamente y cuántas de sueño ligero que debe ser cuando sueño idioteces absurdas. Y me hace un gráfico para joderme. Ayer dormiste más y mejor que anteayer. ¿Y qué?
Si me hackean el teléfono sabrán a qué hora estoy durmiendo profundamente para poder entrar a joderme las cervezas de la nevera sin que yo me entere. Incluso sabrán a qué hora me suelo levantar a mear, por si quieren coincidir a darme palique.
Es capaz de avisarme que hoy a las 13,37 me han subido las pulsaciones a 137, aunque enseguida han bajado, eso sí, sin saber bien el motivo. Ya se lo digo yo, cacho mierda reloj. Me han advertido que se había jodido la caldera de la calefacción y eso siempre altera a cualquiera sobre todo si estás a dos grados con niebla. Si en ese mismo momento se me cae el disco duro al suelo y me suben otro pico las pulsaciones me caigo muerto sin ponerse a temblar el reloj.
Que esa es otra. Lo puedes programar para que te tiemble. Yo lo tengo a los 10.000 pasos que como son muchos no me temblará casi nunca. Si se pusiera temblón de los de verdad, de esos que da gustirrinín… lo programaría a los 500 pasos, para disfrutar, pero me han dicho que no es para tanto, que para eso ya está el chupador de chochos. Que por cierto algún día me lo tendría que comprar para poder hablar de él.