Perder el tejido social que has ido formando durante toda tu vida es un gran problema que debemos superar pues inevitablemente es lógico y habitual. Pero a su vez se va perdiendo el tejido vecinal por nuestras formas de vivir, el tejido de compañeros de trabajo al llegar al jubilación e incluso ese tejido social de aficiones comunes por falta de economía para mantenerlas o de salud para poder seguir acudiendo.
Muchas veces las Personas Mayores han dedicado muchos años de su madurez a cuidar a sus progenitores, a sus nietos, olvidando amistades y aficiones, y al fallar unos y crecer los otros, se encuentran en un vacío social que hay que volver a llenar. Y no es nada fácil, pero muy necesario.
Se calcula que en España un 78% de las personas con soledad no deseada son mujeres, y sobre unas 850.000 personas del total de más de dos millones tienen más de 80 años, edad compleja para buscar nuevas amistades, fuera de Residencias de Personas Mayores. Personas que durante décadas eran cuidadoras y que ahora no tienen en muchos casos quien la cuide con la misma atención que ellas dedicaron a su labor.
Se necesita apoyo para sentirse seguro, para estar en la calle de tus barrios convencido de que si sucede algo, siempre habrá alguien que te ayudará. Se necesita gente con la que hablar para contar, para compartir, para vaciarte.
No es consentible que haya cientos de miles de personas que simplemente están esperando a que la muerte llame, sin más alicientes vitales, sin más compañía con la que compartir. En tiempos de tanta comunicación vacía, no es lógico que no seamos capaces de organizar procesos de acompañamiento aunque sea virtual para personas solas.