No es posible vivir sin arte, sin calma, sin la tranquilidad de la observación y el caminar lento por la vida. No es posible ser feliz sin la capacidad de saborear con suavidad cada cosa buena de la vida.
La libertad también sirve para no hacer nada importante, para contemplar, para simplemente estar dejando que los colores vayan pasando de uno en uno por nuestra vista de consumo vital.
No juzguemos, simplemente dejemos pasar y que pasen. Observemos y aprendamos a ver.