El éxito depende de ese puntito de locura que le infligimos a nuestras ideas. Sin osadía, sin innovación mental, sin cambio de ideas hasta hacerlas diferentes, no es fácil que haya éxito pues todo está ya muy pillado.
Un éxito —tonto pero éxito— de los últimos años es vender turrón todo el año o vender croissant rellenos de cosas. Ni el turrón parece algo para el verano ni vender bocadillitos rellenos de mortadela parece un éxito, excepto que le añadas unas gotitas de miel.
Si tu locura la sabes embutir en colores, nombres atrevidos, buen servicio, innovación osada y algo diferente y creencia en modernidad americana o indonesa… la cosa ya va teniendo otro color.
Hace años las aceitunas se vendían en almacenes cutres o en bolsas grandes, ahora hay decenas de tiendas de encurtidos de colores. Ese paso diferente es el que garantiza el éxito. Si encaja y se sabe vender bien.
Si haces lo que hace todo el mundo… lograrás menos éxito que todo el mundo, pues ellos ya van por delante.
Para sobrepasar sus proyectos y sus ideas tienes que añadirles "algo" diferente que sea interesante al cliente. Y estar muy atento a su aceptación por si hay que seguir cambiando, modificando o frenar e intentarlo de otro modo.