Una de las guerras mas absurdas del mundo en esta década es la de Afganistán, un enorme espacio geográfico muy diversos e inhóspito donde las guerras son casi imposibles de ganar y donde las personas son como siempre las únicas que pierden.
Iniciada en el año 1978 sigue en la actualidad con algunos espacios temporales de calma tensa y con un salpicado de sopa mundial donde tan pronto se está metido en una guerra contra las rusos como contra sí mismo o contra los EEUU, por motivos estratégicos, religiosos, de inestabilidad en la región o de simple campo de experimentación mundial.
La inmensa mayoría de los afganos no han conocido Afganistán en paz, son jóvenes que han visto la sangre y las mutilaciones en sus propias caras. Que han visto sufrir y perder a sus familiares, y que no tienen una estructura social comparable al siglo XX. Los que hoy son enemigos mañana pueden ser amigos, lo que hoy es odio mañana puede ser muerte o amistad. Nada vale excepto la muerte o el dolor.
Pero Afganistán está muy lejos y además fue el país al que se catalogó de amigo de terroristas, de talibanes y de conflictos exportables. Seguiremos jugando a la guerra con ellos. Y seguiremos diciendo que somos cristianos. Pero que no se nos olvide que la globalización nos lleva a que España esté en Afganistán.
Fotografía de ALTAF QADRI para AP. Menores víctimas de la guerra, en diciembre de 2019 en un centro médico de Kabul, capital de Afganistán.