No todas las personas mayores tenemos la misma libertad ni la misma dignidad social y personal, ni los mismos sistemas de defensa de nuestra calidad de vida, de nuestro bienestar, de nuestro futuro, sea este pequeño o grandes. Hay personas mayores, ancianos y ancianas, que incluso con hogar propio no pueden salir de su casa, no pueden vivir con la dignidad más básica por diversos motivos.
Una de las realidades más fácil de encontrar es la de viviendas que no tienen los requerimientos suficientes para personas de mucha edad. Pisos que eran correctos para personas totalmente válidas, hoy no lo son para personas de movilidad algo reducida. La falta de ascensores es el ejemplo más sencillo. Esto puede suponer no poder ir ni al médico de familia, sin ayuda externa de personas jóvenes.
Otro problema grave es el de los alquileres de viviendas que se han convertido en una ratonera imposible de soportar con pensiones muy bajas o asistenciales. Los cambios de las Leyes no conocen ni edades ni realidades económicas.
Se calcula que más de 20% de las personas mayores de 65 años tienen problemas graves de habitabilidad diversa en las viviendas en las que habitan. Un número excesivo, pero que posiblemente supere el 25% dada la dificultad de poder acceder a todas las personas con problemas.
Los hijos si existen ya no ayudan como antes por diversos problemas, desde el puramente económico al de la movilidad laboral o el lógico de que hoy es necesario trabajar mucho y todos, para poder pagar las hipotecas y tener libertad personal y ya no hay hijos (sobre todo hijas) que se puedan ocupar de sus padres.
La solidaridad familiar en el mundo occidental no es hoy en el siglo XXI similar al del siglo XX. Y admitir esto es empezar a querer encontrar soluciones. Ejemplos de hijos que NO quieren ayudar a que la comunidad ponga ascensores para sus ascendientes es a veces mucho más que doloroso para los que conocemos estos casos en las negociaciones.
La soledad no deseada es precisamente uno de los problemas mayores y que no es nada sencillo resolver, excepto poner parches que no sirven del todo. Hay muchas maneras de soledad y muchas necesidades que resolver cuando hay soledad. ¿Quien controla o administra la medicación? ¿Quien resuelve el atasco de una fregadera? ¿A quien le cuentas que hoy te duele el costado?
El otro problema suelen ser viviendas sin condiciones de seguridad, de calefacción, de sistema telefónico que sirviera para poner botones de seguridad, de duchas y aseos en el interior de la vivienda, hacinamiento por diversas causas, cocinas sin seguridad mínima, etc.
Hay muchas personas muy mayores que además no quieren recibir ayudas de ningún sistema asistencial pues creen que es perder parte de su libertad. Hay ciudades donde existen sistemas de reparto de comida a domicilio pero hay que solicitarlo. Hay personas que no salen nunca de casa, incluso las hay que no quieren ni recibir visitas ni abrir la puerta a personas que puedan acudir a simplemente interesarse por sus procesos vitales.
Las pensiones bajas es otro problema que se agrava con el tiempo. El IPC no es el mismo para las personas mayores que para el resto. Muchas de estas personas viven en barrios céntricos donde las tiendas tradicionales han cerrado a cambio de otras con precios mucho más caros. Los arreglos de las viviendas que en edades jóvenes los realiza uno mismo o un amigo, a estas edades hay que subcontratarlas. Desde cambiar una bombilla a arreglar un enchufe o incluso resintonizar la televisión. Por eso la soledad en Personas Mayores tiene muchas aristas que hay que revisar.