Voy a nombrar a dos de ellas: Chaflán y Escarbar.
Chaflán está claro qué es, pero sin duda a su (casi) poca utilización se une la facilidad de pronunciar esquina. Aunque un chaflán no es precisamente solo una esquina, pues un chaflán es algo más o al menos una esquina con importancia.
Chaflán está claro qué es, pero sin duda a su (casi) poca utilización se une la facilidad de pronunciar esquina. Aunque un chaflán no es precisamente solo una esquina, pues un chaflán es algo más o al menos una esquina con importancia.
Un chaflán tiene tamaño pues no es el punto de unión de dos superficies sino un espacio con tamaño propio que “en la esquina” elimina a esta para crear un espacio propio que da visibilidad a las dos calles o líneas que quieren convergen y el chaflán lo impide creando un espacio propio.
Un local en chaflán vale el doble o más, así que cuidado con olvidarnos de la palabra chaflán.
Escarbar es maravillosa. De pequeño, cuando era pobre de verdad en mi casa se compraban y se cocinaban escarbaderas para comer, pues tenían mucha gelatina. O al menos eso me decía mi madre.
Escarbar es maravillosa. De pequeño, cuando era pobre de verdad en mi casa se compraban y se cocinaban escarbaderas para comer, pues tenían mucha gelatina. O al menos eso me decía mi madre.
Las escarbaderas son las patas finales con los dedos de los pollos y gallinas, las partes amarillas sin casi carne. En realidad eran las de las gallinas jóvenes que eran más grandes que las de los pollos actuales. Se pelaban de sus escamas tras cocerlas ligeramente, se limpiaban muy bien y se cocían otra vez para finalmente pasar a una salsa de tomate.
Pero hablaba de escarbar, que sin duda viene de gallina. O no. No hay muchos que se dediquen a escarbar excepto las gallinas de corral.
Escarbar es rascar, raer, rebuscar, emplear las patas o las manos para en la superficie enterarse bien de lo que hay removiendo todo. Cuidado pues escarbar también se utiliza para los alcahuetes que rascando van buscando información para su beneficio.