En el primer caso esto es inevitable y vendrá cuando tenga que venir pero a partir de los 50 años de edad empezamos a ver los primeros síntomas. Poco antes o poco después, no seamos exactos.
En el segundo caso se puede ser persona mayor con 14 años y todavía no serlo con 85. Eso depende y ni es bueno ni es malo.
En el segundo caso se puede ser persona mayor con 14 años y todavía no serlo con 85. Eso depende y ni es bueno ni es malo.
Cada persona llevamos como podemos el sentirnos mayores de pensamiento. Vayamos a los síntomas físicos, que son los fáciles.
Los síntomas físicos de las personas mayores, esos momentos en los que detectamos que lo somos, suelen ser casi siempre los mismos.
El pelo cambia de posición, se escapa a nuestro control, cambia de sitio.
Nos cansamos más, y sobre todo nos cansamos de perder el tiempo.
Empezamos a hincharnos que no siempre a subir de peso, y la tripa, la cintura, las piernas se hacen mas gruesas, puñeteras, sin motivo.
Nos duele la espalda, las rodillas, las manos, los codos. Incluso los dedos se empiezan a torcer, los asquerosos.
Empezamos a entender que es la próstata, la menopausia, las cataratas, la artrosis y la artritis.
Las digestiones se vuelven pesadas, sobre todo las de las noches si no somos capaces de andar un poco tras la cena.
El sexo está bien, pero… joder, hay días… el sexo es como todo en la vida… depende.
Hay días en que ya te levantas cansado y te quieres preguntar cosas sobre las que no deberías.
El médico se empeña en mirarte la tensión, en hacerte análisis de sangre cada seis meses, en preguntarte por lo que comes, en decirte que fumar y beber es muy malo malísimo.
Tienes miedo. No lo dices, pero tienen miedo a no haber llegado, a no saber si podrás vivir como ahora en el futuro, a si tus allegados estarán a la altura, a si estarás tu a esa misma altura.
Oímos menos, escuchamos lo que queremos, vemos peor, olemos menos, los sabores tardan en sorprendernos.
Sí, la piel se acartona, es normal, salen arrugas y granos, manchas y te alegras cuando ves que algo de tu cuerpo sigue igual de bien.
Algunos amigos tienen depresión y se la callan, otros se mueren y se callan, y algunos se callan y no sabes bien si es por los nietos o por que ya no tienen ganas de hablar contigo.
Nos hacemos más amigos del sofá, del sillón, de la tele, de la cerveza, de los libros, otra vez del sofá, también otra vez de la cerveza, y queremos viajar más.
Sí, faltaba lo lógico. Empezamos a tomar medicación de forma crónica, y en vez de quitarnos pastillas nos añaden.
Es curioso pues nos quitan la química del alcohol y la nicotina y nos añaden otra de nombres raros que se venden legalmente con receta. Hay polvos blancos o verdes que nunca te los recetan pero que también son química.
Los síntomas físicos de las personas mayores, esos momentos en los que detectamos que lo somos, suelen ser casi siempre los mismos.
El pelo cambia de posición, se escapa a nuestro control, cambia de sitio.
Nos cansamos más, y sobre todo nos cansamos de perder el tiempo.
Empezamos a hincharnos que no siempre a subir de peso, y la tripa, la cintura, las piernas se hacen mas gruesas, puñeteras, sin motivo.
Nos duele la espalda, las rodillas, las manos, los codos. Incluso los dedos se empiezan a torcer, los asquerosos.
Empezamos a entender que es la próstata, la menopausia, las cataratas, la artrosis y la artritis.
Las digestiones se vuelven pesadas, sobre todo las de las noches si no somos capaces de andar un poco tras la cena.
El sexo está bien, pero… joder, hay días… el sexo es como todo en la vida… depende.
Hay días en que ya te levantas cansado y te quieres preguntar cosas sobre las que no deberías.
El médico se empeña en mirarte la tensión, en hacerte análisis de sangre cada seis meses, en preguntarte por lo que comes, en decirte que fumar y beber es muy malo malísimo.
Tienes miedo. No lo dices, pero tienen miedo a no haber llegado, a no saber si podrás vivir como ahora en el futuro, a si tus allegados estarán a la altura, a si estarás tu a esa misma altura.
Oímos menos, escuchamos lo que queremos, vemos peor, olemos menos, los sabores tardan en sorprendernos.
Sí, la piel se acartona, es normal, salen arrugas y granos, manchas y te alegras cuando ves que algo de tu cuerpo sigue igual de bien.
Algunos amigos tienen depresión y se la callan, otros se mueren y se callan, y algunos se callan y no sabes bien si es por los nietos o por que ya no tienen ganas de hablar contigo.
Nos hacemos más amigos del sofá, del sillón, de la tele, de la cerveza, de los libros, otra vez del sofá, también otra vez de la cerveza, y queremos viajar más.
Sí, faltaba lo lógico. Empezamos a tomar medicación de forma crónica, y en vez de quitarnos pastillas nos añaden.
Es curioso pues nos quitan la química del alcohol y la nicotina y nos añaden otra de nombres raros que se venden legalmente con receta. Hay polvos blancos o verdes que nunca te los recetan pero que también son química.