Lo grave es que esto mismo está sucediendo en la vida pública española, en la vida de los partidos políticos y asociaciones, en la vida privada entre amigos y familiares. La autocensura ya la hemos impuesto para no caer en la violencia o en la derrota, para no mover tripas o sensaciones. Impera lo gris, lo corriente, lo vacío.
Nos hemos ido en nuestro entendimiento de la crítica hacia el insulto, hacia el NO escuchar, moviéndonos en las redes sociales aunque sean conversaciones personales y de cara a cara, hacia el tono violento y nada constructivo.
—O te insulto, o logro ganarte en la razón…, o todo es una mierda
La gran duda es saber para qué queremos tener la razón, si la razón que conseguimos es una puta mierda. Si no sirve para el futuro en felicidad y en concordia, o al menos en igualdad entre seres humanos… ¿para qué nos sirve?.
Se trata de edificar, no de destruir, se trata de avanzar, no de volverse corriendo hacia atrás. Pero no porque atrás no haya cosas interesantes, sino porque una vez que se empieza a retroceder no hay forma de parar suavemente.
Nos hemos ido en nuestro entendimiento de la crítica hacia el insulto, hacia el NO escuchar, moviéndonos en las redes sociales aunque sean conversaciones personales y de cara a cara, hacia el tono violento y nada constructivo.
—O te insulto, o logro ganarte en la razón…, o todo es una mierda
La gran duda es saber para qué queremos tener la razón, si la razón que conseguimos es una puta mierda. Si no sirve para el futuro en felicidad y en concordia, o al menos en igualdad entre seres humanos… ¿para qué nos sirve?.
Se trata de edificar, no de destruir, se trata de avanzar, no de volverse corriendo hacia atrás. Pero no porque atrás no haya cosas interesantes, sino porque una vez que se empieza a retroceder no hay forma de parar suavemente.