Iñigo Errejón como Pablo Iglesias nunca deberían haber roto pues su obligación era cuidar la Marca, la idea, el proyecto, y ambos deberían haber sido generosos en las gestiones de sus diferencias.
Aquello, en Madrid en un principio, tenía la clásica forma de propagación a todo el país para joder a la izquierda, pues a unos les interesa por un motivo y a otros por otro, y ninguno es de los protagonistas de las decisiones. Así que provocado el 10N parecía lógico y absurdo que Más País naciera y se intentara propagar. Pero de entrada los resultados no parecen buenos.
Cualquier formación política necesita para funcionar una base clara y contundente de excelentes voluntarios que hagan funcionar la maquinaria. Un partido político sin suficiente base dispuesta a colaborar en equipo no sirve para nada, pues su futuro es hundirse y sin duda de llegar al poder su claro futuro es tener que depender de personas independientes sobre las que es muy complicado ejercer ideología.
Más País no tiene estructura fuera de Madrid. Nada de estructura. Y sin ella no es posible dar el salto a unas Elecciones Generales, aunque está acompañado de Compromís y CHA. Mal para todos. Peor todavía si en el camino se trocean formaciones reconocidas como Equo que siendo una organización que trabaja por todo el territorio, no es una organización política al uso, con unas bases comprometidas en el trabajo político y social de calle.
Algunos errores de estos días de un Íñigo Errejón al que no quieren sacar en los medios apuntan al nerviosismo, más cuando sus primeras prospecciones hablaban de más de una docena de Diputados y ahora en algunos espacios ya se habla de entre 2 y 4.
No somos capaces de entender que la política no siempre es obtener buenos resultados en los exámenes de las votaciones si estas no se saben planificar. Y que para obtener sobresalientes, hay que estudiar antes mucho y tener todos los deberes hechos.