La inmensa mayoría de estos jóvenes llevaban en sus bolsillos —como yo— objetos inútiles y muy contaminantes. Llevarían teléfonos móviles que se cambian a lo sumo cada dos años, es posible que muchos de ellos relojes conectados a la Nube y ropa que se había fabricado en países donde la indignidad laboral es un drama y donde los controles de contaminación y materiales es casi nulo.
El consumismo es un drama, pero está abrazado por los que quieren beneficios fáciles y por nosotros como consumidores engañados o dejados engañar. Incluso sabemos que contaminan en exceso por comer cada vez más carne, menos verduras. O por ir en coche privado o por hacer uso del agua sin control, o por manchar de botellas vacías los parques.
El problema del Cambio Climático lo van a sufrir más los jóvenes actuales, en un proceso rápido pero no tanto como para que a los sesentones nos pillen desprevenidos. Pero si tienes 20 ó 30 años la casa cambia bastante. Así que sin duda, deben ser los jóvenes, los que por cierto gobernarán el mundo en una o dos décadas, los que tomen conciencia. Pero con más chicha que la de juntarse con carteles. En serio.