También es cierto que fuera del poder, de los gobiernos, además de hacer mucho frío hay muchas menos posibilidades económicas de trabajo, menos de tener información, muchas menos capacidades de intervenir en las políticas. Pero a cambio cuando se interviene gobernando se hace desde un pragmatismo que pule excesivas ideas renovadoras. No puede existir revolución real y suficiente desde posiciones de gobierno.
En estos momentos, tanto en Europa como en España o Aragón, se necesitan transformaciones muy profundas en las relaciones entre sociedades, entre clases y ciudadanos, entra las partes que configuran todo lo que entendemos como sociedad.
Es verdad que se disimulan muy bien los defectos pues a nadie que esté en el poder le interesa que se noten, sean de la ideología que sean. Pero algunas derivadas son peligrosas y no es solo la de Cataluña, o incluso esa podría ser de las medianas.
No estoy reivindicando estar fuera de los Gobiernos como la mejor manera de transformación social, sino advirtiendo que fuera del calor de los despachos oficiales también hay posibilidades de transformación. Hay que trabajarlas de otra forma, eso sí.
No estoy reivindicando estar fuera de los Gobiernos como la mejor manera de transformación social, sino advirtiendo que fuera del calor de los despachos oficiales también hay posibilidades de transformación. Hay que trabajarlas de otra forma, eso sí.