Hay pocas cosas que se valoren más que el calor de la mano de un recién nacido agarrándose a tu vida, es posible que desde el miedo a todo lo nuevo, a lo que le ha tocado empezar a emprender y aprender.
Es el signo de la vida, del aprendizaje y la seguridad, de la necesidad de estar junto a alguien sin saber quién es, si acaso solo sabiendo que también es un ser humano como él.
Luego irá aprendiendo a seleccionar manos.