Hoy se decía en La Ser que en algunas Universidades de los EEUU de forma muy clara y posiblemente en algunas de Europa de forma escondida, solo se admiten alumnos que puedan demostrar ingresos familiares superiores a los 500.000 euros o dólares. Una bonita forma de seguir creando ricos y pobres, de seguir caminando en esa peligrosa división clasista donde eres lo que eres dependiendo de donde naces.
Y a su vez se nos quiere decir a todos los demás, a los que NO tenemos esas cantidades de ingresos anuales a que nos olvidemos ni de nombrar la clásica palabra de “Lucha de Clases”. Es decir, ellos sí pueden hacer lucha de clases, pero el resto no. Tenemos pues un problema mental importante.
A nosotros, los pobres que no podemos llevar a nuestros hijos a todos los mismos lugares para que aprendan y se preparen simplemente porque de entrada nos separan por clases sociales, nos prohíben llamarles a ellos clasistas. Y sin duda llamarnos nosotros mismos entre otros adjetivos: Clasistas.
Porque han logrado convencernos de que ser clasista es siempre lo mismo. Pues no. Se puede ser clasista en positivo, es decir, en defensa de ese otro clasismo que ellos montan para que “SU” clase siga siendo la que domine el mundo mundial. ¿Es todo esto una tomadura de pelo?