En enero del 19 seguían mis mismas dudas, pero acrecentadas pues se iban alimentando de más y más dudas. A mi edad tener dudas es suicidarse a plazos. Mentalmente me refiero. Así que en febrero me metí prisa.
En abril he llegado a la conclusión que el verano está a la vuelta de la esquina y que o corto de raíz mis dudas y tomo decisiones o me haré tan viejo que me ingresarán por tonto y no por la edad. Cumplir 63 creo que no edifica traumas ni depresiones nuevas encima de las viejas, pues ya las tienes todas. Pero sigo sin decidirme.
¿Arte pictórico, literatura del absurdo, poesía visual, fotografía abstracta? Silencio.
Voy en el AVE a mi Zaragoza. Cada vez que viajo cargo pilas. Pero no consigo cambiarlas por alcalinas. Creo que de tanto cargarlas se han envejecido como mi cara arrugada. Así que busco a mi alrededor para ver si encuentro salida.
Me bajo las gafas de ver y observo que casi todos van con pantallas de diverso tamaño. Nadie nos miramos. Nadie se habla. El tren ya no es el tren, es un lugar de sillones cómodos y traqueteo. Poco más. Me vuelvo a poner las gafas de cerca y escribo esto.
Nadie me mira, me vuelvo y veo a un treintañero leyendo un libro de verdad. Es un viejo prematuro me digo. O un futurista me consuelo.