Hasta las 30 años más de la mitad de los jóvenes españoles viven con sus padres. Padres que tienen entre 55 y 60 años de edad cuando gozan de una libertad personal.
Luego estos padres en pocos años pierden a los hijos que definitivamente se independizan, ganan nietos que les bloquean sus libertades, pierden a sus padres y en un número desgraciadamente alto pierden a sus parejas.
Luego estos padres en pocos años pierden a los hijos que definitivamente se independizan, ganan nietos que les bloquean sus libertades, pierden a sus padres y en un número desgraciadamente alto pierden a sus parejas.
Y a partir de los 65 años de edad tenemos en España más de dos millones de personas viviendo solas por obligación, no por devoción y elección personal contundente. Pero de esos dos millones más de 850.000 españoles que viven solos tienen más de 80 años y eso es ya un problema de soledad compleja y con problemas de convivencia y libertad personal.
Estos datos van a peor, para remarcarnos que el futuro en los aspectos de felicidad personal se mueve en líneas peligrosas. Resolverlo es complicado y a veces muy caro. Las personas muy mayores necesitan una atención casi completamente diferente. Esas personas se merecerían una calidad de vida diferente, mayor, mejor.
Si la sociedad solo es capaz de valorar bien a las personas que consideramos válidas para producir o consumir, estaremos admitiendo que volvemos a sistemas prehistóricos.
Debemos trabajar por las personas y para las personas. Sean padres, nietos, hijos o abuelos. Todo lo demás es trampa manipulada para que algunos se queden con la plusvalía de los que trabajamos y consumimos..., creemos que con libertad.
Debemos trabajar por las personas y para las personas. Sean padres, nietos, hijos o abuelos. Todo lo demás es trampa manipulada para que algunos se queden con la plusvalía de los que trabajamos y consumimos..., creemos que con libertad.