13.4.19

La jubilación está para seguir trabajando

Tras una larga carrera profesional y toda una vida dedicada a trabajar para otros, nos llega a todos el periodo de cambio vital que llamamos jubilación. Un periodo que no siempre es maravilloso y al que hay que acostumbrarse, acostumbrar a nuestra familia y construir un nuevo edificio de actividades a su alrededor para disfrutarlo.

Todas las personas necesitamos sentirnos útiles, hacer actividades que nos llenen, “hacer” y construir nuevas acciones que nos hagan sentirnos vivos y válidos. Esto es una ley elemental de la vida y no cambia se tengan los años que se tengan. Así que tras la entrada a ese periodo de tiempo que puede ser largo o muy largo de la inactividad laboral, hay que buscarse otras actividades.

Nadie dijo nunca que una persona jubilada de su trabajo anterior no necesite tener otro trabajo diferente. Ya no nos preocupa el “jornal” pero en cambio sí necesitamos estar trabajando en algo.

Puede ser atender a los nietos por elección propia, realizar actividades artísticas, leer y escribir, viajar o estudiar, cocinar o pertenecer a una ONG, enseñar o aprender, o hacer locuras que no afecten en demasía a las personas que conviven contigo. Casi todo vale si es elegido con libertad personal.

Las personas jubiladas que no son capaces de crear su propia actividad complementaria no pueden gozar de un periodo nuevo en la vida en plenitud de posibilidades. Y además hay que asumir que tal vez y en línea con lo que se hace en muchas sociedad, tenemos la obligación de devolver a la sociedad desde tu posición, algo de tu valía, aunque solo sea por lo que la sociedad te paga todos los meses, aunque te lo merezcas por lo que has cotizado.

Esta imagen es de unas esculturas realizadas en madera por un nuevo jubilado llamado Angelote50. De momento no piensa en crecer desde ellas, ni en venderlas, ni en hacer algo más grande de tamaño, no desea profesionalizarse. Tampoco es necesario para sentirse bien consigo mismo. Lo importante es sacar sus inquietudes, plasmar sus ideas —aunque a veces cuando creamos arte no nos damos cuenta de ellas hasta terminar las obras— y disfrutar de que otros disfruten de lo realizado.