El PSOE va a poder gobernar en España los próximos cuatro años y por ella parecería que la izquierda deberíamos estar contentos y satisfechos, cuando la realidad es otra. El número de votos logrado por la suma de los tres partidos principales de la derecha es muy similar al de los dos partidos principales de la izquierda. Les separa 44.000 votos. En el año 2016 les separaba 215.000 votos.
Es cierto que ha subido el voto de izquierdas en Cataluña y País Vasco hacia partidos de izquierda nacionalistas y eso hace que ahora el voto de izquierdas total supere en 785.000 al de derechas, cuando en el 2016 era de 520.000 votos.
La sociedad española no se mueve casi de ideología. Se mueve entre partidos afines. Ha dejado de votar a Podemos para votar al PSOE, o en el caso de la derecha se ha troceado para buscar ese tacticismo que dará su fruto o no dentro de cuatro años, cuando vuelvan a quedar dos partidos políticos.
Algo similar le sucede a Podemos que perdiendo en realidad un millón de votos parece que ha perdido dos millones por el troceamiento de sus opciones del mismo cariz ideológico y volver algunas de ellas a su matriz territorial. Como es ilógico observar cómo más de 2,6 millones de votos no sirvieron para nada por no haber obtenido representación suficiente en las provincias al quedarse en los restos.
O la izquierda se toma de otra manera su particular manera de encarar el trabajo político con la sociedad española, trabajadora y con problemas económicos serios, sobre todo si se le compara con las realidades sociales y económicas del resto de vecinos europeos, o no estará haciendo lo que le corresponde con arreglo a su ideología.