Tras el bipartidismo de muchos años llegó UPyD, luego Podemos con sus círculos variados y excesivamente múltiples y sin control, para hundirse después una UPyD que se organizó totalmente distinto y así le fue, para regar y surgir con fuerza Ciudadanos hasta convertirnos en un país con cuatro opciones bien claras que se ha ido modificando ahora en una posible mezcla de cinco partidos posibles. Puede parecer así, pero no es tan claro.
El ciudadano de la calle no abraza ninguna de estas formas con rotundidad, si se pasan de un lado al otro es por el descontento y el cansancio de los actos negativos, equivocados, que demuestran incapacidad. O admitimos como hizo ayer Pablo Iglesias que a veces damos vergüenza y pena, o nos irá cada vez peor.
Las personas necesitan y buscan seguridad. Claro que cada uno busca “su” seguridad que no siempre es la misma que la que busca el de su lado. La seguridad siempre va acompañada de la capacidad. Hay que demostrar que se trabajará para tus problemas, pero además se tiene que demostrar que se tiene capacidad de resolver.
Y capacidad es no empeorar los problemas que ahora consideramos “menores”. En esa búsqueda de la seguridad se huye y hacen muy bien quienes así lo hagan, de opciones que pueden provocar otro tipo de problemas. No se trata de cambiar unos problemas por otros, sino de resolver los actuales sin que surjan nuevos.
El triunfo —curiosamente— siempre es de los indecisos, de los abstencionistas que deciden una cosa o la contraria en los dos últimos días de campaña electoral. Pero eso sí, antes es necesario que los fieles se mantengan y sepan admitir y transmitir que lo bueno es lo que ellos van a decidir con su voto.
En tres semanas se confirmarán o no los sondeos, Pablo Iglesias habrá sabido ponerse a volar desde el Reina Sofía, Ciudadanos habrá aprendido a volar solo sin ayuda, el PP se habrá dado cuenta que el futuro no es pegarse a lo radical sino al sentido común de la seriedad y que para ser un padre estricto no hay que ser un padre cabrón. Y el PSOE asegurará que es posible estar muerto e incluso parecerlo, pero que hasta el CID supo ganar batallas tras morirse.
¿Y el resto de partidos? Pues si nos referimos a los periféricos, diría más bien que su futuro es en las Locales y Autonómicas, que en las Generales no se van a comer un colín, excepto en Cataluña y el País Vasco, donde allí sí, los ciudadanos saben que su propio futuro también se lo juegan en Madrid. En Aragón esto ni lo olemos ni nos lo creemos.