El lunes nos viene lleno de notas, acciones y temores, brujas y miedos. Tras la inmensa entrevista de ayer de un Jordi Ébole (pletórico de periodismo de osadía) a un Nicolás Maduro ágil como los zorros, y ampliamente criticada desde sectores en ebullición para gozo del periodista, la situación de Venezuela ha dado hoy el paso esperado. Europa va reconociendo poco a poco al nuevo Presidente de Venezuela que no queda claro si es un postizo, una liebre o un intruso.
Guaidó representa a Venezuela un nuevo aire, sin duda, pero también más conflicto para un enfermo grave. Podría convertirse como dice Iñaki Gabilondo en una nueva Guerra Fría, donde siempre hay sangre caliente para templar ánimos. Un enorme país casi el doble que España pero con parecida población y llena de un petróleo mal gestiono pero que representa un lamin para el mundo que de verdad manda sobre todos.
No existe mas solución, como casi siempre, que el diálogo entre las partes, excepto que en este caso como casi siempre también, parece imposible por la personalidad de los que de verdad tienen que dialogar. Los EEUU quieren doblar el brazo de Venezuela, e Iberoamérica sabe que se juega en este duelo mucho más que el deambular de Venezuela.
Por otra parte y sin salirnos del guión, que Pedro Sánchez haya reconocido al Gobierno de Guaidó en Venezuela, descalificando por ello al de Maduro, es un salto cualitativo muy importante. No es posible reconocer a un gobierno sin a su vez anular al otro. A nivel de relaciones diplomáticas o empresariales. Y parecería lógico que este tipo de decisiones se pasar o por el Parlamento o como poco con una entrevista con todos los líderes políticos de la oposición, más cuando la mayoría que sujeta a Pedro Sánchez es tan débil.
Si todo se resuelve rápido no sería importante esta decisión en solitario desde España y con el apoyo de media Europa. Pero si se enquista en el tiempo pues ser una decisión de gran peso para España.