Lo que por fin se ha realizado en esta semana es un clásico Golpe de Estado. Y digo “por fin” porque muy tontos hay que ser para no darnos cuenta todos que era lo lógico y esperado. Producido por un delfín pequeño que esconde garras ajenas. Lentamente cocinado lejos de Venezuela.
Un país como EEUU gobernado por un Trump con ganas de pasar a la historia no podía permitir una Venezuela fuera de sus garras. Y vencida la primera mitad de su mandato era el momento de marcar un territorio claro hacia la reelección, una vez que México se le pone tonto. Así que caer indirectamente sobre Venezuela es una manera clásica de enseñarle al mundo las garras.
Como siempre y otra vez más, serán los venezolanos los que van a sufrir las debacles que todavía están por diseñar. Sabemos el principio, pero no sabemos ni el final ni el intermedio. Depende. Pero de entrada y desde Europa, no decir con rotundidad que esto es un Golpe de Estado, es de cínicos. Otra cosa es que Venezuela en estos momentos sea una sociedad rota, tenga un gobierno nulo e incapaz o que los venezolanos no sepan en su conjunto elegir democráticamente algo mejor.
Pero insisto, eso es un asunto interno, pues las últimas elecciones democráticas en Venezuela (según los informadores extranjeros que allí estuvieron) volvieron a dar como triunfador a Maduro.
Como siempre y otra vez más, serán los venezolanos los que van a sufrir las debacles que todavía están por diseñar. Sabemos el principio, pero no sabemos ni el final ni el intermedio. Depende. Pero de entrada y desde Europa, no decir con rotundidad que esto es un Golpe de Estado, es de cínicos. Otra cosa es que Venezuela en estos momentos sea una sociedad rota, tenga un gobierno nulo e incapaz o que los venezolanos no sepan en su conjunto elegir democráticamente algo mejor.
Pero insisto, eso es un asunto interno, pues las últimas elecciones democráticas en Venezuela (según los informadores extranjeros que allí estuvieron) volvieron a dar como triunfador a Maduro.
Y entregar las decisiones finales a los estamentos militares es un claro ejemplo de incapacidad para creer en las democracias. Quien apoye lo que vaya a venir y que se sabe bien qué será, es un incapaz y un tipo que cree que los militares están para resolver problemas civiles y de sociedad.