VOX no existe, como no existe el PSOE o CHA o el PP. Existen los votantes e incluso los militantes, pero los partidos políticos como organizaciones o empresas que son capaces de gestionar países, de hacer cambiar sociedades no existen, como no existen las empresas por sí mismas. Necesitan siempre a las personas acompañadas de las ideas, que los sujetan, los hacen funcionar y los levantan o hunden. Por eso el respeto a cualquier empresa no debe ser con su marca en sí misma sino con las personas que deciden seguirla y auparla, seguir construyendo con ella y desde ella, manteniendo o modificando ideas y proyectos.
Y esto viene al caso para explicar los temores a que VOX o cualquier otra empresa política, sea capaz de cambiar España. Lo será si así lo quieren millones de personas. No hay que criticar o calificar a esa organización, sino entender los motivos por el que millones de personas vecinas nuestras, decidan en un momento dado apoyar a esa empresa.
Las ideas sí existen, y son las que mueven a las personas y a los dirigentes de las empresas. Pero esas ideas cambian, pierden naturaleza o sentido, y si no saben explicarse, actualizarse, adaptarse, se mueren como mueren y cierran cientos de empresas todos los años. Grandes y pequeñas. En la misma medida en que triunfan y crecen otros cientos de empresas que lo hacen sobre sus competencias.
Cuando una empresa logra clientes nuevos, otra empresa los pierde. Y la que los pierde debe adivinar los motivos de esa pérdida por los que llevan al cliente a cambiar de proveedor. Sea un servicio de venta de bolígrafos o de gestión de un país o una sociedad. El mundo de las ideas y de las ideologías, también se mueve por detrás de las personas. Aunque creamos que no.