Muchos de los que ahora están de moda en la política con soluciones milagrosas no hacen más que plantear ideas y proyectos viejos, muy viejos incluso, que ya demostraron en otras épocas su inutilidad para los trabajadores y las personas con menos recursos de defensa. Pero como hace muchos años que ya los desclasificamos como válidos, se creen otra vez que pueden volver e incluso a muchos ciudadanos les parecen nuevos, diferentes y válidos. Nos falta memoria.
Lo que no resta en nada el valor de los listos que han sabido revivir esas ideas ya muertas, para presentarlas de nuevo como novedosas e incluso modernas, milagrosas y eficaces. Se da el maravilloso éxito desde las filas neoliberales, que miles y miles de trabajadores explotados por la actual indignación laboral, abracen estas mismas ideas como la solución a su actual situación.
Se podría decir que es un clásico Síndrome de Estocolmo. Los que han logrado jodernos con la crisis económica y cambiar nuestras ya pobres leyes laborales, son ahora los que se presentan como salvadores y a los que les creemos sus ideas.
Aplaudirles por su engaño es lo menos que debemos hacer desde la izquierda, pues han demostrado ser mucho mas listos que el resto. Les están alabando los trabajadores desclasados para que puedan seguir manipulando leyes y sociedades a su gusto, y además han logrado que pensemos los ciudadanos jodidos, que es lo único que nos va a salvar de la miseria social. Unos listos, sin duda. Este 2018 que acaba ha logrado engañarnos.