En aquel libro, por el que efectivamente han pasado los años por encima como un elefante, deja sin duda detalles muy interesantes. Por ejemplo habla claramente del enorme impulso que la biología y su capacidad para fabricar trozos de seres humanos, tendrá en el futuro. Se habla claramente de fabricar “piezas” con organismos vivos que sirvan para hacer funciones en el cuerpo humano. Podremos modular nuestro cuerpo, los genes y con ellos las enfermedades, para crear versiones de seres humanos que estén diseñados a medida. Podremos clonarnos y con ello alcanzar la inmortalidad.
Y también se hablaba de poder comprar embriones congelados y llevárselos a un médico para que te lo implantaran en el cuerpo humano. Sí, en el año 1970 se decía con detalle todo este proceso. Embrión que compraremos en una especie de catálogo donde elegiremos color, estatura y tipo de cabello. Incluso pone como modelo de colonización hacia otros planetas la posibilidad de no tener que mandar a seres humanos desarrollados, sino a embriones congelados que se podrían fecundar en el camino o en el lugar de llegada, y que se lograría hacer sobrevivir hasta su edad adulta dentro de máquinas y estancias preparadas para ello en los largos viajes hasta el espacio.
Pero se hablaba también de la obsolescencia programada, del cambio rápido de tipos de trabajo, de crisis económicas por técnicas de laboratorio, adaptación en aumento a los cambios vitales, de residencia o familia, etc.
Parecía ciencia ficción, pero en verdad los humanos bebemos de ella, pues nuestra imaginación es finita y a veces investigamos desde ella. Ahora ya empieza a ser posible no solo conocer perfectamente nuestro ADN, nuestro genoma, sino que además ya podemos crear genoma de forma artificial e incluso cortar parte del nuestro e implantar en el lugar donde lo cortamos, un sustituto. Se estima que el tamaño del genoma de un ser humano ocupa más de tres gigas de información. Procesarlo y saber de qué forma se puede modificar es posible pero requeriría ordenadores cuánticos de enorme capacidad de procesado. Y en eso se está.
Si algo es capaz de ser pensado, sin duda seremos capaces de realizarlo. Lo que no sabemos ahora es cuando ni de qué forma. Ni si será mejor impedirlo que alentarlo.
Parecía ciencia ficción, pero en verdad los humanos bebemos de ella, pues nuestra imaginación es finita y a veces investigamos desde ella. Ahora ya empieza a ser posible no solo conocer perfectamente nuestro ADN, nuestro genoma, sino que además ya podemos crear genoma de forma artificial e incluso cortar parte del nuestro e implantar en el lugar donde lo cortamos, un sustituto. Se estima que el tamaño del genoma de un ser humano ocupa más de tres gigas de información. Procesarlo y saber de qué forma se puede modificar es posible pero requeriría ordenadores cuánticos de enorme capacidad de procesado. Y en eso se está.
Si algo es capaz de ser pensado, sin duda seremos capaces de realizarlo. Lo que no sabemos ahora es cuando ni de qué forma. Ni si será mejor impedirlo que alentarlo.