Tengo un amigo que sabe buscar por la red de redes artículos de opinión política plural y nos los va dejando en sus propias redes para que los disfrutemos. Un coleccionista de opiniones ajenas. Muy bien por él. Pero hay un déficit en esta afición suya. No existe una biblioteca que los recoja y los archive. Ya, ya sé que son propiedad de cada medio, de cada periodista u opinador, pero son imprescindibles para entender estos tiempos, tal y como funcionamos. Se nos escapan sus palabras por el viento en cuestión de horas. Se pierden, se los lleva la rapidez de los tiempos.
Son tiempos en los que todo es etéreo, fluido, casi accidental, donde muy poco soporta el paso del tiempo, aunque sea simplemente una semana. ¿Qué quedará de nosotros dentro de un siglo?
Pues posiblemente la idiotez de un tiempo gastado, consumido a bocados y sin masticar, ferozmente insolidario sabiendo que éramos insolidarios. Son tiempos de consumir incluso los tiempos vacíos, pero para nada, por el mero hecho de comernos las posibilidades y el presente.