La inmensa mayoría de las personas desconocen que hemos alcanzado un calentamiento global medio de +1º C. Y de los que lo sabemos, también otra gran mayoría piensan que un grado no es un estado alarmante o incluso que es un dato mal medido o coyuntural. Pero el Acuerdo Climático de París alertaba de que bajo ningún concepto se debía llegar al aumento de +1,5º C.
Hay países más débiles ante este cambio climático y España es uno de ellos. También Holanda por poner un ejemplo algo más lejano. Ya no se trataría tan solo de pensar en un aumento de la temperatura del ambiente, sino de la desertización, del aumento de la necesidad de agua en los campos, del cambio geográfico de los cultivos conocidos. Estamos hablando de que La Rioja no podría mantener los estándares de calidad de su vino, igual que el del aceite de Teruel o andalucía o de las verduras de Murcia.
Si la temperatura media aumentara sobre los +2º C. se prevén grandes movimientos migratorios de personas hacia el Norte. ¿Suena casi a catastrófico verdad?, pues no hagamos nada y esperemos, pues es verdad que no sabemos el momento exacto. Un aumento medio de +2º C supone un aumento puntual de unos +5º C en algunas semanas. Esto ya es algo más ¿verdad?
¿Hay posibilidades de revertir esta tendencia? Pues siendo sinceros sabemos qué se puede hacer, pero no estamos seguros de que sea suficiente. Podríamos haber llegado al punto de no retorno, y las medidas lograrían frenar el avance pero no detenerlo ni revertirlo. Pero lo que es seguro es que cuanto más tardemos en frenar el aumento, más complicado será poderlo revertir.
Hay que frenar el consumo de energías fósiles, algo impensable por los enormes lobbies que desean todo lo contrario. Hay que ir a energías renovables y limpias de fabricación, de almacenamiento y de resíduos. Ir a frenar el consumo desaforado de “todo” pues ha aumentado exponencialmente hasta límites que ya no podemos soportar. Volver a la reparación, a la rehabilitación, al uso moderado, a evitar la obsolescencia programada.
Y si no hacemos nada, pues tampoco es tan grave. Llevamos muchos siglos convencidos de que el Infierno llegaría, así que no hay que asustarse. Al final tendrían razón los agoreros de las iglesias.