Esta pintada en el Madrid más duro y chulo, tiene su aquel. O sus dos partes. Por una parte tenemos una mitad de frase en activo, aunque sea violenta. “Queremos disturbios…”. Pero enseguida nos añaden en la segunda parte de la frase la acción negativa, el pasotismo absurdo, la negación a las soluciones “…pero no trabajo”.
Es verdad que asemejamos el trabajo al esclavismo de un capitalismo que nos necesita para seguir apoderándose de nuestras plusvalías. Pero el trabajo es también necesidad de utilidad, y es servicios. ¿No está trabajando el médico que nos atiende, el que pesca la merluza, quien nos arregla el coche, quien cuida que siempre haya agua al abrir nuestro grifo?