Poco meses antes, en el septiembre de 1975 y tras los últimos fusilamientos sin garantías judiciales, el mundo había criticado con fuerza la dictadura de Franco y en España, en todas las ciudades, las personas adultas habían salido a la calle en manifestación a defender la figura del dictador. Los sindicatos verticales, los únicos, había apoyado que a las 12 de aquella mañana del 1 de octubre todos los trabajadores salieran a manifestarse. Y salieron, mezcla de miedo y de falta de formación.
Cuando el dictador murió meses después, tras una agonía que había sido transmitida casi en directo, en Madrid salieron miles y miles de madrileños a dar su pésame al que consideran “Papá Sociedad”.
Cuando el dictador murió meses después, tras una agonía que había sido transmitida casi en directo, en Madrid salieron miles y miles de madrileños a dar su pésame al que consideran “Papá Sociedad”.
El Síndrome de Estocolmo junto al miedo, se había instalado con fuerza en la sociedad española de los años 70.
Cuando el cuerpo de Franco se pone en el Salón de Columnas del Palacio Real el día 21 medio Madrid intenta acudir a ver el cadáver. Cuando el día 23 se realiza el funeral en el Valle de los Caídos, acuden desde toda España miles y miles de ciudadanos. Como dijo Franco en su testamento, parecía todo “atado y bien atado” por lo que en los años posteriores lograr una libertad homologable a Europa supuso en trabajo de relojería social, complicado y a veces peligroso.
Cuando el cuerpo de Franco se pone en el Salón de Columnas del Palacio Real el día 21 medio Madrid intenta acudir a ver el cadáver. Cuando el día 23 se realiza el funeral en el Valle de los Caídos, acuden desde toda España miles y miles de ciudadanos. Como dijo Franco en su testamento, parecía todo “atado y bien atado” por lo que en los años posteriores lograr una libertad homologable a Europa supuso en trabajo de relojería social, complicado y a veces peligroso.