No tan soberano
Historia en mano, Juan Carlos de Borbón le debe el trono a Franco; pero también a Estados Unidos. Son Nixon y Kissinger quienes, en el año 63, envían a Vernon Walters a El Pardo para preguntarle a Franco “¿cuándo corona al rey? ¿cuándo se va usted? ¿habrá una democracia? ¿habrá una dictadura, o habrá una revolución? Franco contestó “dígale al presidente Nixon que aquí no habrá revolución porque ‘dejo el freno echado”, Walters le preguntó ‘¿el freno echado qué es? ¿el ejército?’ Franco le dijo: “No, las clases medias. Yo encontré una España arruinada y pobre, y dejo clases medias, ahora la gente tiene su TV, su coches, su pisito, sus ahorros… y cuando se tiene eso no se quiere hacer revolución”. Obvió decir que esa España se había destruido por obra y desgracia de la Guerra Civil que él provocó.
Vernon Walters (1917-2002), número dos de la CIA, general de aviación. Richard Nixon (1913-1994) expresidente de Estados Unidos. Henry Kissinger (1913) exsecretario de Estado de EE UU.
Estados Unidos le estaba diciendo ya a Franco que desaparecieran los ‘mussolinis’ y ‘hitlers’ del Parlamento, porque iban los procuradores vestidos de ‘mussolinis’, o con uniforme militar y alicatados con insignias. Es entonces cuando Franco empieza a quitar falangistas y militares de sus Gobiernos y a meter gente civil, burócratas, tecnócratas, ministros democristianos y profesores universitarios o ingenieros del Opus Dei.
El compromiso sobre cómo ha de reinar Juan Carlos le viene de Estados Unidos, está en el “catecismo” del embajador Wells Stabler. Ahí se le marca el ritmo, la pareja de baile y la pista donde se puede mover: “El comunismo debe esperar, el socialismo puede esperar; que haya solo dos partidos de centro, uno a la izquierda y otro a la derecha”. Ritmo lento, ‘andante ma non troppo’. Sin cambios radicales, poco a poco. Compromiso atlántico, entrando en la OTAN, por supuesto. Esto era la clave. Y en los Acuerdos Bilaterales con Estados Unidos, amarraron bien que los créditos blandos se nos darían a condición de que no utilizásemos nuestro uranio —mucho uranio— en energía militar atómica si no para uso industrial civil. Teníamos que estar uncidos a la OTAN.
Estados Unidos le estaba diciendo ya a Franco que desaparecieran los ‘mussolinis’ y ‘hitlers’ del Parlamento, porque iban los procuradores vestidos de ‘mussolinis’, o con uniforme militar y alicatados con insignias. Es entonces cuando Franco empieza a quitar falangistas y militares de sus Gobiernos y a meter gente civil, burócratas, tecnócratas, ministros democristianos y profesores universitarios o ingenieros del Opus Dei.
El compromiso sobre cómo ha de reinar Juan Carlos le viene de Estados Unidos, está en el “catecismo” del embajador Wells Stabler. Ahí se le marca el ritmo, la pareja de baile y la pista donde se puede mover: “El comunismo debe esperar, el socialismo puede esperar; que haya solo dos partidos de centro, uno a la izquierda y otro a la derecha”. Ritmo lento, ‘andante ma non troppo’. Sin cambios radicales, poco a poco. Compromiso atlántico, entrando en la OTAN, por supuesto. Esto era la clave. Y en los Acuerdos Bilaterales con Estados Unidos, amarraron bien que los créditos blandos se nos darían a condición de que no utilizásemos nuestro uranio —mucho uranio— en energía militar atómica si no para uso industrial civil. Teníamos que estar uncidos a la OTAN.
Suárez y el rey
Y así se está, hasta que Adolfo Suárez dice que no a esa integración, que no a esa dependencia. Que él es partidario de una España no alineada ni integrada en la OTAN. De ahí arrancan las verdaderas diferencias, cada vez más acusadas, entre Suárez y el Rey. Hasta que el rey decide que ya no le gusta Suárez. Y ahí empieza también el plan “corrector desde dentro” de derrocar a Suárez parlamentariamente, extra urnas, fraguando una moción de censura. Literalmente: un golpe de Gobierno.