Sin duda la entrada en juego teórico de nuevos conceptos sociales, desde la ecología a Europa, desde la globalización a la inmigración, supone que nos tengamos que ir preguntando nuevos conceptos y no siempre podemos estar de acuerdos para encuadrarlos en un lugar o en otro. Eso añadido a que al igual que no hay una izquierda sino varias, tampoco hay una derecha, sino muchas.
El concepto de arriba y abajo, como sustituto de izquierda y derecha tampoco nos sirve.
Más o menos todos tenemos claro qué es abajo en la escala social. Pero no hay consenso sobre quién es “arriba”. Para muchos lo son los grandes empresarios, para otros todos los empresarios, para complicar más otros decimos que arriba son los que no conocemos y se esconden con su poder no controlado, y en cambio los hay que dicen que los de arriba son la clase política en todos sus segmentos y variables. Excesivas diferencias.
Más o menos todos tenemos claro qué es abajo en la escala social. Pero no hay consenso sobre quién es “arriba”. Para muchos lo son los grandes empresarios, para otros todos los empresarios, para complicar más otros decimos que arriba son los que no conocemos y se esconden con su poder no controlado, y en cambio los hay que dicen que los de arriba son la clase política en todos sus segmentos y variables. Excesivas diferencias.
Tampoco nos sirve el concepto “conservador” como sinónimo de derechas, pues los trabajadores desearíamos poder “conservar” los derechos laborales que teníamos hace una década. No tenemos claro qué es ser liberal, pues en ese apellido entran excesivas situaciones. El comunismo quedó superado hace unas décadas, el socialismo intentó buscar alternativas o Terceras Vías sin lograrlo y ahora un nuevo socialismo inglés parece plantear cambios profundos en algunos casos cercanos a un comunismo algo lavado con nacionalizaciones estratégicas.
Pero lo que no es lógico es abrazar el populismo como elemento válido en la gestión social. El “populismo” en política es como el “pop” en la música. Aquello que nos gusta escuchar aunque no tenga calidad. Lo fácil, lo sencillo de entender aunque no sirva para los fines. Si es entretenido puede ser populista, pero a su vez el populismo pretende cargarse lo que no es entretenido y fácil, aunque sea lo necesario.
En apariencia y si no se explica bien, todos estaríamos dispuestos a no pagar impuestos. Pero entonces tendríamos que pagar servicios al precio real. ¿Sabemos lo que cuesta de verdad, montar en un autobús urbano? ¿El precio real de nuestro servicio de urgencias hospitalarias o el de un año en la Universidad? ¿Nos hemos preguntado con qué tipo de impuestos y pagados por quien, logramos que los precios de los servicios básicos sean o muy bajos o gratuitos?