En el descanso recibieron palabras suficientes para animar las ideas, pero eso duró 15 minutos. Muy insuficientes. Seguía existiendo un descontrol, cada persona creía saber su misión, su trabajo, pero no existía el espíritu de equipo que unificara el conjunto. Y de esa manera la competencia lo tiene muy sencillo para vencerte. Necesitamos ante una empresa en crisis elementos de unión y un objetivo posible y con un diseño claro del camino.
Una empresa en crisis se ve mucho mejor desde fuera que desde dentro. Lo cual es un gran problema pues los clientes lo ven antes que tú mismo y huyen o presionan. La solución sencilla en un equipo deportivo es cambiar de entrenador. En una empresa no es posible cambiar de “jefe” con la misma facilidad y mucho menos cambiar de “dueño” que suele ser el responsable máximo.
Recurrir a un asesor puede funcionar, pero hay que poder pagarlo y no siempre es una panacea, pues te presentará una lista de cambios que te resultarán imposibles de adoptar. ¿Entonces para qué lo contratas?
¿Cómo motivamos a los que ya se sienten partícipes de un fracaso? Pues lo primero es convencerles de que aquello no es un fracaso. Y luego trabajar más y con mejores metas. Ofrecer información, reflexionar, escuchar a los integrantes del equipo, buscar pequeños éxitos, modificar la imagen, buscar nuevos objetivos, hacer cambios sin ofender, tranquilizarnos.
¿Cómo motivamos a los que ya se sienten partícipes de un fracaso? Pues lo primero es convencerles de que aquello no es un fracaso. Y luego trabajar más y con mejores metas. Ofrecer información, reflexionar, escuchar a los integrantes del equipo, buscar pequeños éxitos, modificar la imagen, buscar nuevos objetivos, hacer cambios sin ofender, tranquilizarnos.