Tal vez desde la izquierda debamos preguntarnos si nuestro papel político es simplemente el presentarnos ante la sociedad para ser alternancia en el poder o nuestro papel social debe ser otro bien diferente y mucho más activo. O dicho de otra forma. Si no será más eficaz la izquierda para su sociedad desde fuera del poder, en vez de estar dentro y no atreverse entonces a ser de izquierdas.
Una de las grandes pérdidas identitarias de la izquierda en los últimos 60 años ha sido creerse que estar gobernando supone ser tan pragmático que todo lo que suena a innovación social está prohibido por miedo. La derechización o el conservadurismo de la izquierda cuando gobierna la disfrazamos con la frase clásica: “...es que gobernamos para toda la sociedad, no solo para nuestros votantes”, algo que nunca se ha planteado la derecha. Ellos gobiernan para sus ideas, en las que creen y nunca dudan.
Pero la izquierda en cuanto tocamos poder nos volvemos finos, miedosos de la crítica y nos bajamos del libro de las ideas y lo dejamos cerrado en la biblioteca. En esos tiempos de gobierno de una izquierda miedosa, la derecha nos sigue insultando, por incapaces pues ni meamos ni dejamos mear. Y en realidad la derecha tiene razones para llamarnos tontos. Pero sigue haciéndolo para que sigamos pensando que nos estamos pasando de innovadores, aunque no hayamos movida una paja.
Pero la izquierda en cuanto tocamos poder nos volvemos finos, miedosos de la crítica y nos bajamos del libro de las ideas y lo dejamos cerrado en la biblioteca. En esos tiempos de gobierno de una izquierda miedosa, la derecha nos sigue insultando, por incapaces pues ni meamos ni dejamos mear. Y en realidad la derecha tiene razones para llamarnos tontos. Pero sigue haciéndolo para que sigamos pensando que nos estamos pasando de innovadores, aunque no hayamos movida una paja.