Sigo sin saber si existe el cielo de los buenos, pero al menos sí sé ya que hay unas escaleras que suben hasta el cielo azul. Otra cosa es que el cielo esté vacío y que San Pedro no se encuentre allí esperándonos.
No lo sabremos nunca, pues nuestra única posibilidad de verlo de cerca nos pillará muertos y tampoco en esos casos seremos capaces de ver mucho. Ni con gafas.
Nos tendremos que conformar con ver las escaleras de lejos y soñar con no tenerlas que subir nunca. Soñar es gratis. De momento.